domingo, 11 de marzo de 2012

Repensando la Economía (Social)

Desde los 90´s escuchamos, cada vez con más frecuencia, la expresión Economía Social y Solidaria. Muchas veces no tenemos muy clara la dimensión y el impacto de esta práctica, por eso vamos a analizar un poco los números y las características de este fenómeno que presenta, en muchas ocasiones, más sombras que luces:

Alternativa al capitalismo o complemento

Cuando decimos Economía Social y Solidaria (ESS) estamos hablando de lo que se denomina el tercer sector de la economía, los otros dos están compuestos por los ámbitos de la economía estatal y la privada. Este tercer sector está integrado por cooperativas, mutuales, asociaciones civiles y algunas organizaciones no gubernamentales. Estas “empresas solidarias” no persiguen fines de lucro y son propiedad de un grupo de personas que se reúnen para satisfacer sus necesidades a través de la producción de un bien o la prestación de un servicio. No existen aún consensos con respecto a los criterios específicos de delimitación, por lo tanto la ESS incluye unidades económicas pertenecientes a todos los sectores y en todas las fases del proceso productivo. Hasta aquí una aproximación lineal y superficial a nuestro tema.

Sin embargo no todo lo que reluce es oro. La ESS nace en los 90´s y no por casualidad. En un contexto en el que el Estado retiraba su presencia, se desregulaban los distintos sectores de la economía, se reducía a mínima expresión las políticas sociales, el auge privatista invadía cada espacio y el neoliberalismo era el faro que iluminaba no sólo el camino de la Argentina, sino de todo occidente, la ESS aparece para atenuar los efectos sociales. El sociólogo Héctor Palomino, afirma: “En el contexto prevaleciente en la década pasada, las actividades de la economía social aparecían como complementarias del retiro del Estado” y agrega: “El Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial promovieron durante los años 90 el apoyo a micro emprendimientos autónomos, destinado a consolidar un «amortiguador» social de lo que en esos organismos se conceptualizaban como los «costos de la transición» hacia una moderna economía de mercado. Esos mecanismos, inspirados en una ideología «empresarialista», tenderían a converger finalmente con los productos de las reformas de mercado que consolidarían el modelo neoliberal”. Podemos ver como se propiciaron, entonces, las actividades vinculadas a la ESS más como complemento del modelo económico, que como resistencia o alternativa a este. Quienes propiciaban el neoliberalismo, promovían un paliativo para aquellos sectores sociales expulsados sistemáticamente de este sistema.

Analizando el fenómeno

Como ya hemos visto en escritos anteriores, la economía Argentina enfrenta un período de crecimiento muy importante y sostenido. En los últimos 8 años el incremento económico ha sido cercano a los 10 puntos. Sin embargo estos números no alcanzaron para solucionar algunos problemas concretos de los trabajadores, por ejemplo el alto grado de informalidad laboral que analizamos la semana pasada. A pesar de lo que el gobierno ha denominado como nuevo proceso de industrialización del país desde 2003 hasta la fecha, podemos mencionar que actualmente 1.180.000 personas se encuentran empleadas por la ESS. Si bien la procedencia y la incorporación de estas 1.180.000 personas a la ESS es un fenómeno por demás heterogéneo, sin equivocarnos podemos sostener que más que una decisión de vida, la incorporación a la ESS se basa en tomar la única alternativa ante una economía que sigue manteniendo al margen a amplios sectores de la población.

Las virtudes de la ESS, como amortiguador del impacto social que produce una economía de mercado, pone en evidencia los límites que encuentra “el modelo” en Argentina. El sólo hecho que exista ESS debería preocuparnos. La gran cantidad de puestos de trabajo en este tercer sector demuestran que no hay trabajo para todos en condiciones formales y que es imperioso cubrir “baches sociales”, a pesar de los números positivos de la economía Argentina.

Es central remarcar, además, que las condiciones laborales no siempre son las mejores. En muchos lugares, y a pesar de que se intenta formalizar la ESS con políticas desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, las condiciones laborales se acercan peligrosamente a las que presenta la informalidad. Salarios notablemente más bajos que los de un trabajador registrado, aportes sociales limitados y cobertura de salud deficiente (en caso de que la tengan), muestran algunos de los puntos de contacto entre estos dos sectores. Estos factores hacen que la gran mayoría de los trabajadores que participan de la ESS sientan necesidades de cambiar sus condiciones laborales por un trabajo registrado, estable y bien remunerado, que les permita desarrollarse con mayores perspectivas.

Del total de trabajadores incorporados a la ESS más de 150.000 pertenecen al denominado plan “Argentina Trabaja” del Ministerio de Desarrollo Social. Para acceder a este plan es necesario no poseer ingreso alguno ya sea por trabajo o por ayuda asistencial y ser parte de una cooperativa. Este plan ministerial que incorpora “en blanco” a sus “cooperativistas” por medio del Monotributo Social, paga sueldos que se encuentran por debajo del Salario Mínimo Vital y Móvil. Con el aumento anunciado hace unos días, más un “plus por productividad” y un “plus por presentismo”, el salario del plan Argentina Trabaja alcanza los $1.835, lejos de los $2.300 fijados el año pasado y todavía no actualizado como Salario Mínimo Vital y Móvil.

Resistencias y asistencia

Como hemos visto, la incorporación a la ESS siempre es un proceso conflictivo para los trabajadores. Es de suma importancia pensar el rol distintivo que han tenido aquellos trabajadores que han recuperado sus puestos de trabajo a partir de la resistencia a los cierres y los vaciamientos. Los procesos de ocupación y puesta en funcionamiento de las fábricas son el punto más alto de resistencia de clase en este fenómeno. Según datos del programa de Trabajo Autogestionado, dependiente del Ministerio de Trabajo de la Nación, los trabajadores involucrados en esta situación son aproximadamente 15.000, en un total de 280 empresas recuperadas.

Aquellos trabajadores que han ocupado y puesto en funcionamiento fábricas que se encontraban cerradas muestran la contracara de las políticas de estado. Mientras que se alienta el cooperativismo de arriba hacia abajo y la asociación improductiva con el plan Argentina Trabaja, se desalienta y reprime la organización de los trabajadores que recuperan fábricas. Casos como el de la ex Zanon (actual FaSinPat) en Neuquén, Impa en Almagro, Febatex en Quilmes, Brukman en Balvanera y tantos otros ejemplos, demuestran que cuando hay posibilidades concretas de gestión obrera, puesta en funcionamiento y creación de riqueza, el estado responde con represión y desalojos. Las leyes de expropiación que nunca salen, la policía y los jueces cómplices de sectores del capital hacen el resto.

Podemos ver entonces dos líneas claras de acción por parte del Estado. Por un lado, el aliento a la ESS con salarios bajos, condiciones laborales precarias, dependencia económica e ideológica del estado y poca riqueza (o nada) por distribuir. Este sector, subsidiado por el estado, posee escaso potencial de crecimiento y los trabajadores obtienen salarios que se encuentran lejos de lo necesario para vivir dignamente. Este escenario nos permite pensar que perpetúa la condición precaria de quienes lo integran. Y por otro lado, encontramos el desaliento y la represión a la ESS cuando los trabajadores se organizan autónomamente para producir de manera cooperativa, con posibilidades concretas de obtener buenos salarios e independencia ideológica del estado. Este sector independiente, además de convivir con la posibilidad de desalojo constantes, suele tener que tributarle al estado más de lo que las mismas fábricas lo hacían cuando estaban en manos privadas (FaSinPat es un caso testigo de esto último).

El debate sobre este tema es complejo, pero podemos concluir aquí que la ESS cumple una función más importante como complemento a la economía de mercado que como alternativa a esta. El estado suele alentar las prácticas ligadas a la ESS para aquellos que se encuentran fuera del mercado laboral sin darle posibilidad de movilidad social. Sin embargo, el mismo estado, respondiendo a las necesidades del capital, suele reprimir aquellos intentos de ESS en sectores donde se puede generar riqueza y una alternativa real a la producción bajo lógica capitalista. Socializar pobreza y privatizar riquezas es lo que el Estado propone una vez más.



*Cuando hablo de políticas de estado y no distingo entre los distintos gobiernos es porque no hay cambios relevantes entre las administraciones que se sucedieron. Se puede observar que con matices se mantiene una regularidad en la lógica y en las medidas tomadas

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