domingo, 18 de marzo de 2012

Privatizando lentamente la Educación Pública

Con el modelo económico Neoliberal instalado por la última dictadura militar, aceptado y profundizado por los gobiernos democráticos posteriores, vivimos un proceso privatista que tuvo varios momentos de apogeo. A pesar de la resistencia de muchos sectores involucrados, y algunos retrocesos, la educación ha vivido transformaciones que la acercan peligrosamente a la privatización

Privatizaciones y privatizaciones

El proceso de privatización que vivimos en Argentina consistió en el traspaso al sector privado de todo aquello que se pudo. El estado transfirió a manos privadas empresas productivas y de servicios, activos públicos como las reservas petroleras, actividades de regulación y hasta de control social como la emisión de documentos de identidad. Esta situación, sostenida por una gran campaña de prensa que atacaba al Estado como administrador, y un vaciamiento sistemático de las empresas públicas logró reducir el precio de las empresas a números irrisorios y facilitar su venta. Como hemos mencionado hubo algunos retrocesos con la estatización, una vez finalizado el negocio, en sectores minoritarios pero no se puede hablar de una tendencia al momento.

Sin embargo estas privatizaciones “directas” no erepresentan la única manera de transferir actividad desde la esfera de lo público a la esfera privada. Hay situaciones que generan resultados similares y se desarrollan más sutilmente a lo largo del tiempo. Ese es el caso del fenómeno que vive la educación pública en los últimos 25 años en nuestro país. En el artículo “Variaciones en el acceso a la educación de gestión estatal y privada en Argentina (1997-2006)” Gustavo Gamallo señala que la educación está viviendo una “privatización por desgaste: cuando los individuos no se contentan ya sea con la calidad ya sea con el volumen ofrecido por el servicio estatal y buscan un sustituto privado, por supuesto cuando están en condiciones de pagarlo”. Esta privatización por desgaste del sector educativo tiene como pilares el deterioro edilicio de los establecimientos, la precarización laboral y por consiguiente el alto nivel de conflictividad con los docentes y el personal de apoyo, las corrientes interrupciones del desarrollo del ciclo lectivo, la falta de vacantes y el impacto que sufrió la calidad en la enseñanza de las escuelas públicas al tener que hacerse cargo de diversas responsabilidades abandonadas por el estado (comedores, contención social, etc.). La suma de estos factores concluyó en una merma de la calidad educativa y en una lenta pero constante fuga de estudiantes del sector público al sector privado.

Números del fenómeno en las ciudades

Este proceso de largo plazo no se revirtió pese a que el presupuesto en educación en la Argentina pasó del 3% al 6% del PBI entre 2003 y 2010. A pesar de esos números hubo continuidad en la curva que marca que la escuela pública ha disminuido su matrícula, mientras que paralelamente ha aumentado la matrícula de las escuelas de gestión privada. Para que nos quede un poco más claro este fenómeno es importante remarcar que a la escuela pública concurren en forma masiva los niños más pobres de la población urbana. Según los informes estadísticos podemos afirmar que en el 20% de hogares más pobres la asistencia de sus niños a escuelas públicas es del 91%. A estos sectores con menos recursos les resulta imposible migrar a la educación privada por los costos que se deben afrontar. Sin embargo a partir del siguiente 20% en adelante ha comenzado a notarse un ritmo de traspaso a la educación privada notable.

Del 20% más rico de la población cerca del 90% de los chicos asisten a escuelas de gestión privada. Estos números nos confirman que en los sectores con mayores ingresos el proceso de fuga al sector privado de la educación es extraordinario. A partir de 2003 los niños y adolescentes pertenecientes al 40% más rico de la población han abandonado literalmente la escuela pública y han dejado su educación en manos privadas. Los principales procesos de caída de la asistencia de estudiantes en sector público ocurren en los aglomerados urbanos pertenecientes a la Provincia de Buenos Aires, donde además se concentra el mayor número de estudiantes del país. A ellos se les agrega Córdoba y Ciudad de Buenos Aires. Gustavo Gamallo concluye “Los datos analizados permiten afirmar que existe un sostenido proceso de fuga de estudiantes de la escuela pública a la privada en los últimos años. Dicho proceso está protagonizado por las familias de mayores recursos”

Mientras esto sucede es importante remarcar la función que cumplen los subsidios estatales en la educación privada. En el país estos subsidios a los establecimientos educativos de gestión privada suman aproximadamente $8.500 millones, que en lugar de reforzar el presupuesto de la educación pública, se destinan a financiar el negocio de quienes cobran por brindar sus servicios. Un estudio elaborado por Axel Rivas para el CIPPEC con respecto a este tema afirma que dentro de los establecimientos subsidiados, el 17% de las escuelas del tercil más pobre recibe menos del 50% de subvención estatal, mientras el 16% de las escuelas del tercil más rico de la población recibe más de un 75% de aportes estatales”. Los datos descubiertos confirman que las políticas estatales vacían la educación pública, alientan el negocio de los privados y terminan transfiriendo recursos del estado a los sectores con mayores ingresos, lejos de atenuar la desigualdad.

Desigualdad de oportunidades

Este fenómeno de “privatización por desgaste” en la educación pública debería ser materia de debate en torno a las políticas públicas a desarrollar. Hemos consignado que la presencia en la escuela pública es prácticamente potestad de hogares pobres numerosos. También hemos visto que a medida que aumentan los ingresos, las familias comienzan a migrar a educación de gestión privada. Las diferencias sociales entre los estudiantes que asisten a la educación pública y privada se expresan también en su desempeño académico. Un trabajo de Ana Pereyra sobre Educación concluye que “Tanto en el nivel primario como en el secundario el porcentaje de estudiantes que tienen dos o más años de retraso etario es mayor en el sector público que en el privado”. Esto hay que ponerlo en concordancia con los números que nos dicen que los estudiantes con retraso del sector público triplican a los del sector privado.

Este panorama nos deja ante una clara segmentación de la educación en las urbes. Sabiendo que se ha comprobado a través de diversas investigaciones que, a mayor escolaridad menor desempleo y mejor calidad de los empleos ocupados estamos ante un tema con consecuencias directas en el futuro. Para conseguir que aquellos que más necesidades tienen puedan ocupar mejores trabajos, deberíamos asegurar una educación pública de calidad. Segmentando la educación y empobreciendo la educación pública lo que se consigue es confirmar las desigualdades sociales y no combatirlas. Este proceso de empobrecimiento de la educación pública y paulatino vaciamiento, logra alejar a la escuela del papel de compensador de las diferencias sociales, económicas, familiares y de capacidades de los estudiantes con el que emergió. Las políticas públicas sostenidas por los diversos gobiernos han reafirmado las diferencias de base y condenan a la escuela pública, con recursos escasos, a un lugar subalterno lidiando entre un rol de contención y uno de formación.

Las resistencias que presentan trabajadores y estudiantes por el momento no han logrado revertir esta tendencia que tiene matices según la gestión de gobierno, pero que no cambia de fondo: educación de calidad para quienes pueden pagar y educación para pobres destinada al resto.

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