jueves, 25 de abril de 2013

Radiografía del trabajo no registrado en la CABA

Por Jorge Duarte*

Siguiendo los patrones nacionales y los cambios en la estructura económica en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires también cambiaron los problemas vinculados al empleo. La desocupación le dejó su lugar al empleo no registrado como principal disciplinador del mercado laboral.


En un país que sufrió cambios profundos en la estructura económica y que experimentó un proceso continuo de creación de empleo entre 2002 y 2012, se evidencia una variación en cuanto a los problemas que aquejan a los trabajadores en el mercado de trabajo. Luego de una década donde los altos índices de desocupación funcionaban como uno de principales disciplinadores de los trabajadores, atacando sus condiciones laborales y sus posibilidades de sindicalización, se consolidó una etapa de mutación de problemáticas. Hoy el principal problema del mercado de trabajo ya no es la falta de empleo, sino las características de los mismos.
Según la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires la población de la CABA para fines de 2011 (última versión actualizada) era de 3.065.667. De ese universo, aquellos que trabajan o buscan trabajo, es decir la Población Económicamente Activa (PEA) alcanza las 1.652.400 personas. Sobre el total de la PEA 1.529.700 personas se encontraban ocupadas a finas de 2012. Estos números expresan que el 7.4% de la población es desocupada al cuarto trimestre de 2012. En tanto la subocupación en la CABA es de un 7,5%. Esto quiere decir que la PEA con problemas de empleo alcanza un 14,9%, muy por debajo de lo ocurrido en la década anterior.
Sin embargo, los problemas vinculados al trabajo no desaparecieron, más bien mutaron. El desempleo ya no es el principal inconveniente de los trabajadores, sino que actualmente es reemplazado por el trabajo informal. Siguiendo lo expresado por Laura Perelman y su concepción amplia de informalidad laboral, entendemos que “se considera trabajadores informales al conjunto de los asalariados que no están cubiertos por los beneficios sociales que marca la legislación laboral”. Mientras que las tasas de desempleo bajaban, los porcentajes de trabajadores no registrados mantuvieron pisos muy elevados que nunca pudieron ser perforados.
En el informe presentado por el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires llamado “Mercado de trabajo en la Ciudad” podemos detectar el comportamiento del empleo no registrado en la CABA. Entre los datos divulgados detectamos que el fenómeno alcanzaba el 30,3% en 2003, tuvo una leve tendencia a la baja hasta 2007 donde llegó al 25%. Desde esa fecha a la actualidad revirtió su tendencia decreciente y se ubicó, según las últimas mediciones de fines de 2011, en el 27%. Esta suba entre 2007 y 2011 representa un crecimiento del 8% del empleo no registrado y la demostración de que el piso del 25% no ha podido ser perforado en ningún momento.
En un desglose de lo que ocurre en el mercado laboral de la ciudad y sus diferencias geográfico-sociales, encontramos que las 3 comunas con mayores porcentajes de trabajadores no registrados son la Comuna 8 (42,9%), la Comuna 4 (30,9%) y la Comuna 9 (30,3%) y corresponden al Sur de la ciudad. Para graficar aún más la situación podemos remarcar que en la Comuna 8, el porcentaje de trabajadores no registrados es un 60% superior al promedio de la jurisdicción. La contracara se produce en la Comuna 2 (Recoleta) ubicada en el Norte donde el porcentaje de empleo no registrado es del 20,7%, lo que la ubica un 23,3% por debajo del promedio de la jurisdicción.
Según los números presentados por el informe del Consejo Económico y Social, “una mayor instrucción reduce el riesgo de obtener un empleo no registrado. Existe un mayor riesgo de poseer un empleo no registrado entre los que obtienen trabajos no calificados”. En este punto vuelven a notarse las diferencias entre el Sur y el Norte de la ciudad, observándose mayores tasas de abandono escolar en las comunas sureñas y una correlación con mayores tasas de empleos no registrados.
Aunque es el principal problema para los trabajadores de la jurisdicción, el problema del empleo no registrado duplica su riesgo entre los que pertenecen al Sur de la CABA. Hasta ahora no se consiguió en ningún momento perforar el piso del 25% en la jurisdicción y, por el contrario, volvió a expandirse. La ausencia de políticas, nacionales y fundamentalmente locales, para atacarlo fue una constante. Mientras faltan regulaciones, el mercado sigue su rumbo consolidando diferencias que se convierten en estructurales.
El trabajo informal se convirtió en el modo más corriente en el que el mercado, en la postconvertibilidad, logra aumentar sus ganancias a costa de la sobreexplotación del trabajo. Las políticas de Estado, que por el momento no pusieron su mirada en el principal problema laboral post 2001, han convalidado el fenómeno.

*Periodista especializado en temas gremiales @ludistas
Nota originalmente publicada en Marcha

miércoles, 17 de abril de 2013

UOCRA: La violencia de los garantes de la rentabilidad empresaria

Por Jorge Duarte*
En una Argentina en la que el mercado inmobiliario creció obteniendo  grandes ganancias sin prestar atención a las necesidades sociales, la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) fue un socio fundamental para la reducción de sus costos. Informalidad, negocios, mafias y patotas son sólo algunos de los componentes oscuros que se evidencian en cada aparición pública de un gremio de la construcción que hoy se encuentra en el ojo de la tormenta.
El ataque de un grupo de identificado con la UOCRA seccional La Plata a miembros de La Cámpora expuso públicamente uno de los rasgos distintivos de la conducción del gremio: la violencia como método. La misma violencia con la que agredieron a los integrantes de La Cámpora es la que castiga a diario a los trabajadores que se organizan para conseguir mejoras y, también, la que se corporiza cada vez que se saldan internas en las conducciones por manejo de cajas y negocios en las distintas seccionales.
Para graficar el fenómeno basta repasar algunos números. En el último período de Gerardo Martínez al frente del gremio se produjeron, al menos, 35 enfrentamientos armados y 22 tomas de seccionales. Enfrentamientos, heridos y muertes son la regla. La violencia en el gremio no es una manera de relacionarse, sino que es la forma más visible en la que se presenta el entramado de negocios y cajas negras que maneja la UOCRA.
Según Víctor Grosi, Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción (SITRAIC), un gremio enfrentado con la UOCRA que denuncia con constancia sus manejos, “la raíz de la violencia se encuentra en el manejo de los recursos”. Grosi cuenta que cada seccional, por el modelo sindical, aporta su recaudación total a la Comisión Directiva Nacional y de parte de ésta recibe para su funcionamiento un monto inferior al que necesita para sostenerse. Para suplir esta disparidad entre lo recaudado, lo recibido y lo necesario, se pone en marcha una maquinaria de recaudación oscura. De este modo, la caja en las seccionales consta de coimas por permitir trabajo en negro, descuentos por recibos de sueldo para actividades que nunca se realizan y negocios complementarios vinculados a las obras (comedores en obras, transportes, viandas, desayunos, traslados, etc.). Lo recolectado, entonces, sostiene una maquinaria mafiosa que disciplina a todo aquel que alce la voz y enciende encarnizadas luchas por su control.
Los recursos que aportan empresarios y contratistas a cambio de sostener regímenes de trabajo en negro, son los que ponen a la UOCRA como uno de los responsables directos de las condiciones precarias de los trabajadores que representan. De esta manera, el gremio se convierte en socio de las patronales en el sostenimiento de la informalidad que permite la reducción de costos en un mercado inmobiliario que obtuvo abultadas ganancias en los últimos 10 años.
Para Víctor Grosi queda claro: “A partir de 2001 la UOCRA permitió la explotación, el trabajo indocumentado y en condiciones de esclavitud”. Esta permisividad tiene como moneda de cambio las coimas que mantienen la estructura de la seccional. El SITRAIC ha denunciado que “en innumerables obras las empresas o los contratistas, delante de los trabajadores aseguran entregar dinero a la UOCRA a cambio de no ser molestados”.
La vinculación entre gremio y patronales es tan clara que el propio Gerardo Martínez reconoce que su conducción tiene una “alianza estratégica” con la Cámara Argentina de la Construcción. Esta alianza estratégica ha beneficiado a los empresarios abaratando los costos del trabajo y de las condiciones de seguridad de las obras en base a ilegalidad y a las dirigencias de las seccionales con el engrosamiento de las cajas que manejan. Para los trabajadores las vaquitas han sido y son ajenas.

Trabajadores pobres para construcciones suntuosas
Un estudio presentado por el Centro de Estudios “Cemyt” muestra que en la construcción se inserta el 12% de los varones que trabajan. En este sector, donde el 97% de los empleados son hombres, se verifica que el salario promedio es de $2.492. El mismo estudio expresa que en la actividad la jornada promedio es de 43,8 horas semanales. Es decir, el salario por hora que perciben los trabajadores en la construcción es, en promedio, de $13,10.
La remuneración promedio por debajo del Salario Mínimo Vital y Móvil, se explica por la corrupción sindical y empresaria que cuenta con el visto bueno del Ministerio de Trabajo de la Nación que se niega a intervenir ante lo evidente. Víctor Grosi estima que el trabajo en negro en la actividad llega al 40%, lo que pauperiza no sólo salarios, sino las condiciones laborales y aumenta los riesgos de accidentes.
Lo que resulta paradójico es que esta realidad de trabajadores con magros salarios es parte de un boom inmobiliario en el que predomina la obra de carácter suntuosa. El rebote del mercado inmobiliario post crisis del 2001 fue significativo y el investigador del Conicet Luis Baer refleja lo sucedido, focalizado en el territorio porteño, de la siguiente manera: “La respuesta del sector inmobiliario luego de la crisis de 2001/02 fue contundente; tal es así que en 2006 se autorizó la mayor cantidad de superficie para construir de los últimos 27 años”. Sin embargo, este crecimiento no estuvo al servicio de las mayorías y en pos de reducir el déficit habitacional local, más bien lo contrario. Baer continua: “La categoría ‘suntuosa’ fue incrementando su participación desde la década pasada: entre 1991 y 2001 fue del 20%, mientras que en el período de activación del desarrollo inmobiliario de la década actual alcanzó un 43%”.  Casas para ricos, hechas por pobres.
Los números no dejan lugar a dudas, el mercado inmobiliario, con la UOCRA como socio y garante y el Ministerio de Trabajo de la Nación haciendo presente su ausencia, consiguió aumentar la rentabilidad empresarial a costa de salarios por debajo del Mínimo Vital y Móvil y de la salubridad de los trabajadores del sector. La violencia, que muchas veces se muestra como un exceso dentro de una cultura de organización es, en profundidad, una expresión de los negocios oscuros que tienen como principales víctimas a los trabajadores de la construcción que padecen sus consecuencias. Por ahora el Gobierno Nacional negándose a intervenir ha jugado en favor del mercado y su enorme rentabilidad. Los trabajadores de la construcción siguen esperando.

*Periodista especializado en temas gremiales / http://escritosdeclase.blogspot.com.ar / @ludistas
Nota originalmente publicada en Marcha

sábado, 6 de abril de 2013

Reducir la rentabilidad empresarial o el salario es la clave de las paritarias 2013

Por Jorge Duarte*

La mayor parte de los ingresos son apropiados por el sector empresario y no por los trabajadores. El aumento de precios radica en los márgenes de ganancia de las empresas y no en los salarios. Allí está la clave para destrabar las paritarias de 2013.

El congelamiento de precios acordado por Guillermo Moreno con empresarios (ahora extendido a 120 días), deja en claro lo que era evidente: la mayoría de los aumentos en los productos no responden al traslado de la suba de costos, sino que, fundamentalmente, se trata de decisiones arbitrarias por las cuales los grandes empresarios amplían su rentabilidad.
De cara a las negociaciones paritarias cabe presentar la reducción de las utilidades empresarias, muy por encima de las obtenidas en años anteriores, como principal alternativa para que las actualizaciones salariales no redunden en aumentos de precios al consumidor.
 El 2013 comenzó movidito y el principal problema de la economía que ataca con mayor potencia a los asalariados es la inflación. Los trabajadores que acordaron sus paritarias hace un año, vieron como su salario real sufrió un deterioro a través del proceso de aumento de precios de los últimos 12 meses. Ahora que tienen que volver a negociar para, al menos, recuperar el terreno perdido les dicen que deben bajar sus expectativas.
Esta mirada conservadora que liga los aumentos de salarios con la aceleración del proceso inflacionario olvida un componente muy importante, los grandes márgenes de rentabilidad empresarial. Se busca detener la inflación haciendo foco en el eslabón más débil y se olvida analizar el rol de los grandes empresarios en la puja distributiva.
Repasando el informe “Conflicto, negociación colectiva y mercado de Trabajo” del Observatorio del Derecho Social encontramos precisiones importantes para tener en cuenta en torno a las utilidades empresarias y su crecimiento en la década kirchnerista: “Durante los últimos años la cúpula empresarial del país conformada por las 500 empresas más grandes, presentaron niveles de utilidades muy superiores a las registradas durante la década de los noventa”.
Al enfrentarnos a los datos duros descubrimos que en el periodo 2002-2011 estas 500 empresas obtuvieron utilidades en promedio del 31% del valor agregado bruto. Estas utilidades superan ampliamente el promedio que obtenían las mismas empresas en los ‘90 donde se apropiaban del 19,8% del valor agregado bruto. Se puede observar, entonces, que las utilidades empresariales se elevaron un 56% si comparamos el período 2002-2011 con el período 1993-2001.
También es notable la involución que presenta la participación de los salarios en el valor agregado bruto si comparamos el período 2002-2011 con el período 1993-2001. Mientras que hace 20 años los salarios representaban el 29,8% del valor agregado bruto, en la década kirchnerista los salarios explican el 19,7% del mismo. De la misma manera vale remarcar que la participación salarial se ha ido recuperando desde 2002, donde tocó el piso del 12,9% hasta llegar en 2011 al 26% lo que todavía la coloca por debajo del promedio de la década de 1990. Un crecimiento que, desde 2011 con la inflación como principal herramienta, ha comenzado a ponerse en cuestión.
Fuente: Observatorio del Derecho Social
Con los números expresados podemos entender que si bien hubo un crecimiento de la participación de los salarios en el valor agregado bruto desde el piso tocado en 2002, los grandes beneficiados con la bonanza económica de la década kirchnerista fueron los empresarios que sostuvieron niveles de rentabilidad muy superiores a los que consiguieron años anteriores. Esta rentabilidad obtenida es la clave para pensar en actualizaciones salariales sin impacto en los precios al consumidor.
Si en lugar de buscar que se bajen las expectativas salariales de los trabajadores se buscase reducir los niveles de ganancia empresariales sería posible actualizar los salarios a niveles de 2012 o superiores y no trasladar ese  porcentaje al producto final. Hay margen para reducir la rentabilidad empresarial y que siga a niveles altos.
Para desmenuzar aún más este potencial aumento salarial sin impacto en los precios es bueno repasar el documento "La discusión salarial en la Argentina actual" del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas. Este trabajo demuestra que “considerando las horas trabajadas y la riqueza producida en el 2012, cada hora de trabajo rindió por un valor de $71,50. Asimismo, cada trabajador percibió en promedio por su hora de trabajo, $20,80. La diferencia ($50,70) es el excedente apropiado en primera instancia por los empresarios”.
Por lo tanto, el excedente empresario por hora trabajada es de 2,5 veces lo que se le paga al trabajador. Dados estos números se fortalece aún más la idea de que es posible otorgar un aumento que ronde el 25% o 30% en los salarios y que esta actualización salarial puede ser absorbida por los empresarios simplemente bajando un poco los importantes márgenes de rentabilidad que manejan.
Blanqueado lo arbitrario de las decisiones de precios, congelamiento mediante y analizado el margen de rentabilidad, parece evidente la salida para las conflictivas paritarias 2013. Los empresarios que han sido los grandes ganadores de la puja distributiva en estos 10 años con el consiguiente aumento de sus utilidades, pueden absorber las actualizaciones salariales sin trasladarlo a los precios y por ende a los trabajadores. Que esta posibilidad concreta se convierta en realidad dependerá de la voluntad del Gobierno Nacional. La rentabilidad es la clave, empresarios, trabajadores y el gobierno están al tanto.

*Periodista especializado en temas gremiales / http://escritosdeclase.blogspot.com.ar/ @ludistas
Nota originalmente publicada en Marcha