viernes, 15 de noviembre de 2013

Ausencia de representación, ausencia de derechos


Por Jorge Duarte*

Sólo el 14,2% de las empresas argentinas posee representación gremial en sus establecimientos. La ausencia de organización de base, que redunda en menor afiliación sindical, atenta contra la capacidad de los sindicatos de combatir fenómenos como la precarización, las tercerizaciones y la informalidad.

Argentina es el país de la región con mayor tradición de organización sindical. Esta historia se refleja en que Argentina es el país que mayor tasa de sindicalización presenta en la región alcanzando el 37,7%. En este marco, las comisiones internas, victoria del modelo sindical argentino que permiten a los trabajadores aunar fuerzas y disputar palmo a palmo con el capital sus derechos en sus establecimientos laborales, son un punto neurálgico.
La investigación “Representación sindical en los lugares de trabajo: un análisis del módulo de relaciones laborales" de David Trajtemberg, Cecilia Senén González, Carla Borroni, Gabriela A. Pontoni,  da cuenta de cómo la presencia de delegados en los lugares de trabajo genera mayor cercanía entre los sindicatos y los trabajadores del sector, lo que deviene en mayor representatividad y, por ende, mayor afiliación.
En las empresas donde hay delegados gremiales, la tasa de afiliación asciende al 49.4%. Por el contrario, en las empresas donde no se encuentran representantes gremiales la tasa de afiliación desciende al 30,3%. Es decir, menor presencia sindical en los lugares de trabajo, menor afiliación y, por consiguiente, menor capacidad de organización.
La misma investigación sostiene que las ramas con mejor comportamiento de afiliación sindical son industria y transporte, lo que coincide con las ramas con mayor presencia de delegados en los establecimientos. La contracara de este fenómeno se vislumbra en la rama de servicios sociales y empresarios y comercio, donde coincide la menor presencia de delegados con la menor afiliación.
La otra variable a tener en cuenta para analizar el fenómeno es el tamaño de los establecimientos.  En las pequeñas empresas (de 10 a 50 empleados) la cantidad que posee delegado apenas alcanza el 11%; en las empresas medianas (de 51 a 200 empleados) llega al 32%; y en las grandes empresas (más de 201 empleados) el 70% posee delegado. Por lo tanto, cuánto más pequeña es la unidad productiva se registran mayores dificultades para organizarse gremialmente.
Fuente: Elaboración propia en base a “Representación sindical en los lugares de trabajo: un análisis del módulo de relaciones laborales" Trajtemberg, González, Borroni y Pontoni

La presencia sindical en los establecimientos privados, si bien tuvo un aumento en el período posconvertibilidad, apenas alcanza al 14,2% de las empresas. Este número que parece bajo, surge de analizar los establecimientos de más de 10 ocupados ya que no se incluyen los más pequeños. Si se pudieran incluir los establecimientos más chicos en la investigación la cifra descendería aún más.
Para potenciar la revitalización sindical que se dio en Argentina con el regreso de las negociaciones colectivas y el aumento de puestos de trabajo, aportar al aumento de la tasa de sindicalización, combatir la informalidad, las tercerizaciones y la precarización es necesario elevar esa cifra. Si bien el poder de policía laboral no corre por cuenta de los gremios, mayor actividad sindical redundará en mayores derechos. Sin embargo, encontramos que esa tarea se hace cada vez más difícil por diversos factores, entre ellos las persecuciones patronales que se potencian en los establecimientos más pequeños y los sindicatos pro empresariales. Una y otra, muchas veces combinadas, atentan contra las organizaciones de base y desarticulan las posibilidades de quienes buscan cambiar sus realidades.
La comunión entre empresarios y sindicalistas empresarios, fue uno de los factores que potenció el fenómeno de las tercerizaciones y negoció diversas normas que precarizaron las leyes laborales. Ambos escollos parecen ser hoy los que hay que sortear para conseguir mayor organización, que vaya de la mano con mayor representatividad, renovación de las cúpulas y mejoras en la calidad del empleo.
Unir las, todavía maltrechas, fuerzas del movimiento obrero organizado que el desempleo y la flexibilización laboral fragmentaron es la principal tarea para los trabajadores argentinos de cara a la segunda década de posconvertibilidad. Más presencia en los lugares de trabajo, atacar las distintas formas de precarización acordes a la nueva realidad productiva y buscar un nuevo paradigma organizativo con mayor representatividad de las bases parece ser el camino.

* Periodista especializado en temas gremiales / @ludistas

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