domingo, 6 de enero de 2013

Alianza interruptus


Por Jorge Duarte*.
El camino que transitaron Hugo Moyano y el gobierno nacional en 2012 marcó el final de un matrimonio por conveniencia que duró casi 8 años y que trajo beneficios para ambos. De ex aliados a principales enemigos, repasemos el año en que la "pata sindical" del modelo cambió de manos.
Pasadas las elecciones de octubre de 2011 y con el 54% de votos positivos consumado, el gobierno nacional tomó la decisión de minar el poder de uno de sus aliados con alto perfil y poner fin a reclamos constantes de participación en la toma de decisiones y lugares en los órganos de representación. De esta manera, Cristina Fernández de Kirchner sentenció el futuro de Hugo Moyano como parte de la coalición de gobierno y comenzó a transitarse un camino con final incierto. El poder del líder camionero, que creció y se consolidó en gran parte por esa alianza estratégica que mantuvo con el gobierno nacional, lo posicionó como hombre fuerte del gremialismo y un peso pesado en la interna partidaria del PJ. Moyano cuenta con una estructura importante que desde hace tiempo amenaza en convertirse en una plataforma electoral y de negociación para diversas “opciones peronistas”. Este paso, para nada menor -de pata sindical a estructura electoral- es el que motivó la exclusión del titular de la CGT Azopardo de la toma de decisiones del kirchnerismo y el que ahora, con el gobierno nacional como enemigo, Moyano busca consolidar.
El año comenzó con una prudencial distancia entre ambos, midiendo los movimientos y las palabras sin que supieran realmente la magnitud de lo que vendría. La escalada de agresiones los encontró con batallas parciales en el Congreso de la Nación, en la CGT que terminó fracturada, en los municipios y en las calles. Estos enfrentamientos que fueron in crescendo a medida que corría el año, colocaron al camionero en el rol de principal figura de la oposición al gobierno nacional y lo catapultaron de lleno a su propio armado partidario. Como cierre estelar para el 2012 encontramos las acusaciones cruzadas sobre la organización de los saqueos del 20 de diciembre.
De la cercanía al aislamiento
La alianza que estrechó al gobierno nacional encarnado por el ex presidente Néstor Kirchner con Hugo Moyano, allá por 2003, sería lo que se denomina un Win Win (ganan todos). Aquel escenario se caracterizó por un gobierno con un porcentaje muy escaso de votos que necesitaba de armados que lo legitimen por un lado, y un líder sindical que, en base a la reputación conseguida en los ‘90 al enfrentar el neoliberalismo, obtenía el apoyo y los recursos necesarios para la consolidación de una CGT fuerte, por el otro. La potencia de la CGT sería uno de los sostenes del gobierno nacional y a su vez el gobierno nacional sería el garante de las herramientas necesarias para conseguir una CGT potente. Maridaje por conveniencia y todos contentos. Sin embargo, el ciclo pareció agotarse con posterioridad a la muerte de Néstor Kirchner, haciéndose evidente post elecciones 2011. 
La estrategia del gobierno nacional para “deshacerse” de Moyano fue clara y tenía dos aristas principales: 1) aislar al líder camionero y 2) ralearle las cajas que le permitían manejos de recursos y le aportaban independencia en sus movimientos. Un Moyano sin apoyo del gobierno nacional, con todas sus personas de confianza del gobierno despedidas, con recortes en los recursos que manejaba y sin que atiendan sus reclamos en la rosada, fue el precedente ideal para el armado de la CGT oficialista en la que los denominados Gordos, Independientes y ex moyanistas pusieron sus fichas. Como moneda de cambio la nueva pata sindical del modelo buscaba ocupar el lugar en la coalición de gobierno que antes ostentaba el líder camionero. Concretamente: puestos en el gobierno, presencia en las listas, manejo de fondos de obras sociales, fallos a favor del Ministerio de Trabajo y demás concesiones. Sin embargo nada resultó tan sencillo.
La respuesta político-sindical
Cuando parecía que Moyano estaba cercado, nació una alianza estratégica nunca antes pensada. El ex líder de la CGT unificada logró encolumnar detrás suyo a la CTA de Pablo Micheli, a la CGT Azul y Blanca encabezada por Luis Barrionuevo, a organizaciones sociales y hasta partidos de izquierda y la Federación Agraria. Daba la sensación de que estaba arrinconado y grogui, pero el camionero logró un entramado inverosímil que lo colocó al frente de los reclamos al Gobierno Nacional, erigiéndose como principal dirigente opositor, con un rol que traspasa, por mucho, el plano meramente gremial.
A cada movimiento de ataque del gobierno nacional, Moyano logró responder con su propio ataque. De esta manera, encabezó los reclamos de sectores organizados más importantes de la última década, llegando a concretar el primer paro nacional en la etapa kirchnerista que se hizo sentir fuerte allá por el 20 de noviembre. Para conseguirlo se puso al hombro reclamos que tienen peso propio dentro del movimiento de trabajadores organizados y utilizó el poder de fuego de la CGT Azopardo que, de la mano de la organización de camioneros y a pesar de los golpes recibidos en 2012, sigue siendo de gran magnitud. A esa base hay que sumarle la capacidad de organización de la CTA opositora, lo que aportan las distintas organizaciones sociales y los partidos de izquierda,. Esa suma protagonizó la jornada de protesta nacional más importante de los últimos 10 años, aunque no logró el mismo impacto en la movilización que compartieron el 19 de diciembre.
La CGT fracturada, la disputa por la legalidad en los escritorios, pero sobre todo por la legitimidad en el seno del movimiento obrero es lo que definirá esta guerra. Por ahora ambos han dado pasos importantes y sufrieron derrotas inesperadas. El poder de Moyano resultó ser más fuerte del esperado y su respuesta político-sindical por ahora dio frutos, aunque en cada paso muestra debilidades estructurales. El gobierno nacional si quiere volcar la balanza definitivamente tendrá que ser más generoso en los gestos con los aliados porque el futuro es hoy y la batallas se despliegan momento a momento. Por ahora la CGT oficialista tiene pocos logros y muchas dudas. Mientras tanto con el paro bancario por las paritarias del año próximo vislumbra lo que se viene en materia de conflictividad y demuestra que el 2013 llegó y hace rato.

*Periodista especializado en temas gremiales / @ludistas
Nota originalmente publicada en Marcha

1 comentario:

Juan dijo...

Calo tiene pocos logros y ¿que logro obtuvo Moyano en 2012?. Triunfo de 20N, solo paro ATE y los vagos (muchos afiliados a FATUN). Pensar q ahora estas mas cerca de FATUN, por eso sacaron pocos votos la 28.