jueves, 6 de diciembre de 2012

Negocios bajo tierra: Pro + UTA + Metrovías

Por Jorge Duarte*

El traspaso del subte a la gestión de Mauricio Macri sigue mostrando sus múltiples aristas. Luego del proyecto enviado a la Legislatura porteña con el que el PRO busca declararlo "servicio esencial" para limitar la posibilidad de los trabajadores de adoptar medidas de fuerza, se abrió una instancia de conflicto con los metrodelegados. El rechazo de la restricción del derecho de huelga emergió desde diversos sectores, y se coronó con la pronunciación de la defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Pierini. Todos coinciden en condenar por inconstitucional el proyecto del PRO y subrayar el sesgo antisindical que subyace.

Mientras la iniciativa es cuestionada, las paritarias del sector que presentaban una demora de nueve meses, se cerraban en jurisdicción porteña entre la Unión Transviarios Automotor (UTA) y Metrovías. Estas paritarias, sin el consenso de los metrodelegados que representan alrededor del 70% de los trabajadores del subte, desataron el cronograma de paros programados de tres horas por línea, y la denuncia de prebendas a la UTA por relegar derechos de los trabajadores. Las paritarias, con las que el PRO y Metrovías buscaban "normalizar" la situación gremial para el traspaso, le otorgaban a la UTA el descuento compulsivo del 1% de los salarios del sector y lo convertían en el socio gremial perfecto.

El perfil ideológico regresivo del proyecto de traspaso del servicio a la órbita de la Ciudad de Buenos Aires y el modelo de negocios privados por sobre el servicio público encarnado por Metrovías, ayer por la mañana mostró su cara más violenta. La UTA, que recibe anualmente montos millonarios de Metrovías para capacitaciones que no realiza, golpeó trabajadores y reclamó la representación de un sector en el que no tiene inserción. El perfil de la gestión PRO, el modelo de servicios de costos públicos y ganancias privadas, y las patotas sindicales de la UTA que defienden la caja y no a los trabajadores siguen mostrando lo más sombrío de los negocios que, bajo tierra, tienen a trabajadores y usuarios de rehenes.

Nota originalmente publicada en Tiempo Argentino

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