Por Jorge
Duarte*
Sólo el 14,2%
de las empresas argentinas posee representación gremial en sus
establecimientos. La ausencia de organización de base, que redunda en menor
afiliación sindical, atenta contra la capacidad de los sindicatos de combatir
fenómenos como la precarización, las tercerizaciones y la informalidad.
Argentina es el
país de la región con mayor tradición de organización sindical. Esta historia
se refleja en que Argentina es el país que mayor tasa de sindicalización
presenta en la región alcanzando el 37,7%. En este marco, las comisiones
internas, victoria del modelo sindical argentino que permiten a los
trabajadores aunar fuerzas y disputar palmo a palmo con el capital sus derechos
en sus establecimientos laborales, son un punto neurálgico.
La
investigación “Representación sindical en los lugares de trabajo: un análisis
del módulo de relaciones laborales" de David Trajtemberg, Cecilia Senén
González, Carla Borroni, Gabriela A. Pontoni, da cuenta de cómo la
presencia de delegados en los lugares de trabajo genera mayor cercanía entre
los sindicatos y los trabajadores del sector, lo que deviene en mayor
representatividad y, por ende, mayor afiliación.
En las empresas
donde hay delegados gremiales, la tasa de afiliación asciende al 49.4%. Por el
contrario, en las empresas donde no se encuentran representantes gremiales la
tasa de afiliación desciende al 30,3%. Es decir, menor presencia sindical en
los lugares de trabajo, menor afiliación y, por consiguiente, menor capacidad
de organización.
La misma
investigación sostiene que las ramas con mejor comportamiento de afiliación
sindical son industria y transporte, lo que coincide con las ramas con mayor
presencia de delegados en los establecimientos. La contracara de este fenómeno
se vislumbra en la rama de servicios sociales y empresarios y comercio, donde
coincide la menor presencia de delegados con la menor afiliación.
La otra
variable a tener en cuenta para analizar el fenómeno es el tamaño de los
establecimientos. En las pequeñas empresas (de 10 a 50 empleados) la
cantidad que posee delegado apenas alcanza el 11%; en las empresas medianas (de
51 a 200 empleados) llega al 32%; y en las grandes empresas (más de 201
empleados) el 70% posee delegado. Por lo tanto, cuánto más pequeña es la unidad
productiva se registran mayores dificultades para organizarse gremialmente.
Fuente: Elaboración propia en base a “Representación
sindical en los lugares de trabajo: un análisis del módulo de relaciones
laborales" Trajtemberg, González, Borroni y Pontoni
La presencia
sindical en los establecimientos privados, si bien tuvo un aumento en el
período posconvertibilidad, apenas alcanza al 14,2% de las empresas. Este
número que parece bajo, surge de analizar los establecimientos de más de 10
ocupados ya que no se incluyen los más pequeños. Si se pudieran incluir los
establecimientos más chicos en la investigación la cifra descendería aún más.
Para potenciar
la revitalización sindical que se dio en Argentina con el regreso de las
negociaciones colectivas y el aumento de puestos de trabajo, aportar al aumento
de la tasa de sindicalización, combatir la informalidad, las tercerizaciones y
la precarización es necesario elevar esa cifra. Si bien el poder de policía
laboral no corre por cuenta de los gremios, mayor actividad sindical redundará
en mayores derechos. Sin embargo, encontramos que esa tarea se hace cada vez
más difícil por diversos factores, entre ellos las persecuciones patronales que
se potencian en los establecimientos más pequeños y los sindicatos pro
empresariales. Una y otra, muchas veces combinadas, atentan contra las
organizaciones de base y desarticulan las posibilidades de quienes buscan
cambiar sus realidades.
La comunión
entre empresarios y sindicalistas empresarios, fue uno de los factores que
potenció el fenómeno de las tercerizaciones y negoció diversas normas que
precarizaron las leyes laborales. Ambos escollos parecen ser hoy los que hay
que sortear para conseguir mayor organización, que vaya de la mano con mayor
representatividad, renovación de las cúpulas y mejoras en la calidad del
empleo.
Unir las,
todavía maltrechas, fuerzas del movimiento obrero organizado que el desempleo y
la flexibilización laboral fragmentaron es la principal tarea para los
trabajadores argentinos de cara a la segunda década de posconvertibilidad. Más
presencia en los lugares de trabajo, atacar las distintas formas de
precarización acordes a la nueva realidad productiva y buscar un nuevo
paradigma organizativo con mayor representatividad de las bases parece ser el
camino.
* Periodista especializado en temas gremiales /
@ludistas
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