Por
Jorge Duarte
Del total de los trabajadores no registrados, el 25% lo hace
en hogares y el 75% en unidades productivas. Cuanto más chica es la unidad
productiva mayor es el índice de informalidad llegando al 70% en los
establecimientos de hasta 5 empleados.
Con el descenso de la desocupación en la posconvertibilidad
el trabajo no registrado se convirtió en el mayor problema de los trabajadores
argentinos. Los índices rondan el 34% (+/- 2%) desde hace 6 años y parecen
haber llegado al piso luego de haber descendido 15 puntos de 2003 a 2007. Es
importante entender lo complejo del fenómeno que mantiene en la informalidad a
millones de trabajadores.
El pasado 12 de septiembre el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social presentó el documento “Trabajo no registrado: avances y
desafíos para una Argentina inclusiva” en el que destacan que se “contabiliza
alrededor de 4,5 millones de trabajadores no registrados en el total urbano del
país”. Si bien la cifra impacta, es necesario descifrar cuál es la composición
de ese heterogéneo grupo en los centros urbanos.
Según lo precisado por el mismo informe, del universo de los
trabajadores no registrados urbanos, el 25% se encuentra empleado en hogares,
mientras que el 75% restante se desempeña en unidades productivas. Esta
realidad de múltiples localizaciones evidencia situaciones diversas y dificultades
en su reconocimiento.
Cuadro
1: Distribución del trabajo no registrado según tipo de empleador y formalidad
de la unidad productiva
Si analizamos la composición del empleo no registrado en
unidades productivas descubrimos que el 42% de ese total (75%) se presenta en
establecimientos donde también se detecta empleo formal. Estos establecimientos
donde conviven trabajo formal e informal que cumplen parcialmente con obligaciones contables y tributarias, representan los casos más claros de
organizaciones estables y rentables que articulan parte de su producción con la
economía informal para maximizar ganancias.
También se evidencia una clara propensión a la informalidad
cuando los establecimientos son más pequeños. Del universo de trabajadores empleados
en establecimiento de hasta 5 trabajadores, el 70% es no registrado, mientras
que en establecimientos de más de 40 trabajadores la porción de no registrados
desciende al 8%.
Cuadro
2: Tasa de empleo no registrado según tamaño de establecimiento
Al revisar cuales son los sectores que conforman el núcleo
duro de la informalidad laboral urbana, percibimos que “sobre el total de
trabajadores no registrados, más de 2,4 millones se concentran en el trabajo
doméstico, el comercio y la construcción”. Detrás de estas actividades
encontramos que la informalidad se mantiene sobre el 30% en los sectores de
Transporte y comunicaciones e Industria.
Cuadro 3: Tasa de empleo no registrado según rama de
actividad
La heterogeneidad en localizaciones, actividades y establecimientos
muestra que el empleo no registrado es un mal extendido a lo largo de todo el
mercado laboral. Sin embargo, se pueden identificar disimiles realidades y
focos calientes que necesitan especial atención. El personal de casas particulares,
los empleados en establecimientos de menos de 5 trabajadores, los trabajadores
de comercio y la construcción son quienes padecen con mayor propensión esta
realidad.
Medidas sectorizadas y aplicación efectiva de las que se
anuncian en repetidas oportunidades son necesarias con urgencia. El trabajo
informal implica precarización de las condiciones de vida de quienes lo
soportan y es la punta del iceberg de una importante fracción de la economía que no
tributa. Menos derechos laborales y menos recursos para el estado que debe
garantizarlos son sólo dos de las consecuencias más evidentes.
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