Por Jorge
Duarte*
Desde los
noventas, pero consolidado en el período post convertibilidad, la pobreza ya no
es un fenómeno que se vincula a la carencia de trabajo. Con un contexto
favorable para profundizar las condiciones de explotación y los amplios márgenes
de ganancia empresarial, la figura del “trabajador pobre” se convierte en un
hecho habitual y amenaza con perpetuarse si no se atacan sus causas.
El fenómeno de
la pobreza, otrora vinculado a la desocupación y a la marginación laboral,
desde hace años ha encontrado una nueva figura. Ya no es sólo una situación en
la que viven aquellos que no pueden conseguir un empleo, sino que también es
una situación cotidiana de quienes acceden a empleos precarios con salarios que
en muchos casos no cubren el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM). El informe
“Estado de vigencia de los Derechos Humanos de la clase trabajadora en
Argentina” publicado por el Observatorio del Derecho Social de la CTA expresa
que el 40% de los trabajadores argentinos percibe por su ocupación principal un
sueldo por debajo del SMVM. Trabajadores pobres.
Evitando
discutir los números que determinan cuál es el umbral que se debe superar
estadísticamente para dejar de ser pobre, queda claro que el SMVM, fijado
actualmente en $2.875, no alcanza para que cumpla la función que le otorga la
Constitución. Con los $2.875 un asalariado debería poder asegurarse la
satisfacción de sus necesidades básicas: alimentación adecuada, vivienda digna,
educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento,
vacaciones y cobertura previsional. El SMVM hoy está lejos de garantizar
condiciones de vida dignas, más bien podríamos pensar que cubre condiciones de
subsistencia básicas.
Entre las
causas que generan la posibilidad de que un trabajador sea pobre aún teniendo
empleo, encontramos el principal problema del mercado laboral argentino: el
trabajo no registrado. Según las últimas estimaciones del INDEC la cantidad de
trabajadores asalariados no registrados llega al 34.6%. El porcentaje de
trabajadores no registrados, que con variaciones de 2 puntos porcentuales se
mantienen estables desde hace 2 años, amenaza con perpetuar el fenómeno y hace
pensar que se arraigó un núcleo de pobreza que se mantiene dentro de los ocupados.
Trabajo precario, trabajadores pobres, vida precaria.
Paulatinamente
se ha desbaratado la matriz, conseguida a base de conquistas históricas, que
establecía que un trabajador percibía por su fuerza laboral un salario que le
permitía cubrir lo establecido por el SMVM. El avance neoliberal, la amenaza de
la desocupación y posteriormente la consolidación de la precarización como
principal disciplinador social (en sus diversas formas: trabajo no registrado,
tercerizaciones, fraudes laborales, etc.) hicieron emerger la figura del
trabajador pobre.
Para revertir
este proceso será necesario rever la distorsión de la figura del SMVM que ya no
cumple su función de garantizar una vida digna y encarar políticas que ataquen
los fenómenos de precarización. En las actuales condiciones del mercado laboral
los bajos índices de desempleo no son garantía de combatir efectivamente la
pobreza, más bien consolidan una parte de ella que necesita atención para no
convertirse en estructural.
*Periodista especializado en temas gremiales / http://escritosdeclase.blogspot.com.ar / @ludistas
*Periodista especializado en temas gremiales / http://escritosdeclase.blogspot.com.ar / @ludistas
Nota originalmente publicada en Marcha
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