
A
casi dos meses del comienzo del conflicto que derivó en la toma de
la planta de la autopartista Gestamp, la situación parece más
compleja que nunca. Los intereses empresarios, expuestos detrás de
las decisiones de la multinacional para hacer valer sus reglas del
juego, confrontan contra empleados que resisten el ajuste. Además,
tres actores (el sindicalismo tradicional, el sindicalismo combativo
y el Estado) disputan por conducir y buscar una salida que se convierta
en patrón para lo que viene, en el marco de un contexto que amenaza con provocar
muchos gestamps.
Las
suspensiones, que derivaron en despidos, huelga y toma de planta en
la empresa multinacional de capitales españoles, fueron el comienzo
de un espiral ascendente de conflictividad que nunca fue descifrado
por el sindicalismo tradicional de SMATA, ni por el Ministerio de
Trabajo. Ambos resortes de poder, con capacidad de presión y acceso
a políticas públicas para hacer contrapeso a una ofensiva patronal,
carecieron de capacidad de respuesta. Ni SMATA ni el Ministerio
pudieron canalizar el reclamo, más bien lo potenciaron con la
indiferencia, la pasividad y luego con el ataque a quienes decidieron
tomar la planta.
El
gremio de Mecánicos (SMATA) que lidera Ricardo Pignanelli es muy
cercano al gobierno nacional. Tanto es así que un miembro de ese
sindicato, Oscar Romero, es de los pocos que logró tener una banca
de Diputaro Nacional en las últimas elecciones integrando la lista
del Frente Para la Victoria.
Pignanelli
es de los gremialistas más cercanos al poder. Tiene acceso a los más
altos funcionarios y capacidad de presión. Sin embargo, no utilizó
ninguna de las dos armas para resolver un conflicto que por
características puede repetirse en otras plantas. En lugar de
ponerse a la cabeza, dejó que la cabeza de los dirigentes estuviera
en riesgo. La
primera reacción de SMATA fue desconocer un conflicto colectivo,
negociar el ajuste y avalar lo que sucedía.
La situación es clara,
Gestamp aprovecha un contexto de caída de la actividad para
disciplinar la fuerza laboral. Por eso las suspensiones y los
despidos se dan sin que la empresa pida salvatajes o ayudas por la "crisis" que vive.
Desde
el Ministerio de Trabajo confirmaron la empresa con planta
en Escobar no realizó pedidos para que se dispongan ayudas Repro,
ni presentaron algún plan para que se les otorgue apoyo alguno.
Lo que sucede es que la actividad desmejora, pero la situación no es
apremiante.
Claro
que desde la cúpula de SMATA, que disputa la representación de la
empresa con sectores de izquierda, pensaron que era un buen momento
para que “el ajuste” caiga sobre las espaldas de los revoltosos y matar dos pájaros de un tiro.
Es por eso que primero no intervinieron, luego desconocieron el
conflicto colectivo y más tarde, ante la inminencia de la toma,
llamaron al Secretario de Seguridad Sergio Berni para pedirle que la
impida.
Aunque
el Supersecretario estaba dispuesto a actuar no hubo órdenes precisas
ni desde Nación ni desde Provincia. Entonces, la militarización
posterior ya había dejado en evidencia el rol de SMATA, la
incapacidad del Ministeiro de Trabajo de encontrar soluciones e
intervenir efectivamente en el territorio y la predisposición del
sindicalismo combativo de liderar el conflicto.
Así
como los despedidos y los operarios de Gestamp que se solidarizaron
con ellos no son contenidos ni representados por el sindicalismo de
Pignanelli, tampoco son actores altamente ideologizados que respondan
directamente a la izquierda partidaria. Los despedidos componen un
nuevo actor que se incorporó al mercado laboral en los últimos años
y que reaccionan ante el primer revés que les toca atravesar en su
vida laboral. Muchos de ellos jóvenes, con salarios que los ubican
entre los sectores medios, son sujetos que están en disputa y en
busca de representación.
La situación, entonces, llegó a un punto de no retorno. Un gremio que no supo leer la situación ni responder a las necesidades actuales y hoy hace un plenario para organizar una movilización contra la toma de plantas; una patronal que no está dispuesta a declararse derrotada ante una ofensiva sindical y por eso no acató la conciliación obligatoria y un ministerio de trabajo que actúa tarde y mal.
La situación, entonces, llegó a un punto de no retorno. Un gremio que no supo leer la situación ni responder a las necesidades actuales y hoy hace un plenario para organizar una movilización contra la toma de plantas; una patronal que no está dispuesta a declararse derrotada ante una ofensiva sindical y por eso no acató la conciliación obligatoria y un ministerio de trabajo que actúa tarde y mal.
1 comentario:
http://facundoaguirre.wordpress.com/2014/06/03/no-en-nuestro-nombre-cfk-con-la-monarquia-espanola-y-la-patronal-de-gestamp/
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