Por Jorge Duarte*
La denominada democracia
sindical está en debate mientras el alejamiento de los líderes sindicales de
sus bases parece ser una constante. En los grandes gremios, durante los últimos
años, sólo se dieron cambios de nombres por fallecimiento o por procesamientos
judiciales. Perpetuidad en la conducción y continuidades de políticas es la
regla.
El lunes por la madrugada
falleció el histórico líder de Luz y Fuerza, Oscar Lescano. Con 80 años de edad,
y casi 29 al frente de la seccional Capital de Luz y Fuerza, Oscar Adrián Lescano
representó un caso más de líderes gremiales que se perpetuán en sus cargos, se
alejan de las necesidades de los trabajadores del sector que representan y
conviven con políticas de entrega de derechos. Lescano participó de la vida
gremial desde 1964, fue miembro de la Comisión de Gestión y Trabajo
(CGT) que se inclinaba por una línea de
negociación con la dictadura en 1978 y con la llegada de la democracia consigue
la conducción de la seccional Capital Federal de Luz y Fuerza, lugar del que no
se alejaría hasta su muerte.+
Amigo del ex - presidente
Alfonsín, partícipe de las políticas de privatización de los noventa que
atacaron duramente al sector y cómplice de las tercerizaciones, Lescano supo
posicionarse como uno de los referentes de los denominados “Gordos de la CGT”
para manejar poder y recursos. Nacido en el sur del Conurbano Bonaerense, pero asentado
desde hace años en el norte, se despidió de su sillón un oficialista de todos
los oficialismos, orgulloso de esa característica.
Mientras las políticas de
privatización y desregulación estatal atacaban a los trabajadores de Luz y
Fuerza con despidos masivos (algunos disfrazados bajo la figura de “retiro
voluntario”), sustitución de personal con antigüedad y experiencia política por
nuevo personal sin experiencia y con contratos más flexibles, pérdida de
derechos laborales y estabilidad en los cargos, el surgimiento de las tercerizaciones,
el aumento de la carga laboral y de los accidentes en el trabajo y la
consolidación de una Federación Sindical pro empresarial, Oscar Lescano fue
denunciado por la compra de una casa por el monto de u$s1.5 millones a nombre
de un testaferro y se lo acusaba de ser partícipe del negocio de las
tercerizaciones, al igual que su por entonces socio dentro de “los Gordos”, el
ferroviario José Pedraza. Pérdida para miles, negocios y millones para un
puñado.
El cambio de nombres
forzado parece ser la constante en la superestructura del sindicalismo
argentino. El caso de Lescano se suma a los ocurridos en los últimos años en
gremios como la UOM, Ferroviarios, La Bancaria, SMATA y UTA. Si analizamos las
situacionesque se viven en los grandes gremios, encontramos que donde hubo
cambio de nombres, siempre hubo situaciones forzadas por dos grandes motivos. 1) fallecimiento después de largos períodos
en la conducción; o 2) casos de procesamientos
penales que catapultaron salidas tras muchos años al frente de sus gremios.
Entre los casos de
cambios de nombres en la conducción por fallecimiento encontramos el caso del
propio Oscar Lescano con casi 29 años al frente de Luz y Fuerza seccional
Capital. Además la lista la engrosan “el Loro” Lorenzo Miguel, fallecido en
2002 luego de 32 años al frente de la UOM y José Rodriguez, fallecido en 2009,
luego de dirigir SMATA por la friolera de 36 años. Los tres fueron denunciados
por situaciones de enriquecimiento o fraude mientras estaban al frente de sus
sindicatos.
Entre los que dejaron sus
cargos de conducción por causas judiciales, el caso paradigmático es el del
dirigente ferroviario José Pedraza, quién luego del procesamiento (y posterior
condena) por el asesinato del militante Mariano Ferreyra debió abandonar el
lugar que ocupó por 28 años. También por denuncias de corrupción, y un
escándalo debido a la compra de un campo millonario en la localidad de
Henderson, Juan Manuel Palacios se alejó de la conducción de la UTA en 2007,
tras 22 años en el poder. El último de los procesos de sustitución de un líder
sindical en la conducción de un gran gremio se cerró hace apenas un mes cuando
Sergio Palazzo, se impuso en las elecciones de La Bancaria y reemplazó
formalmente a Juan José Zanola procesado por la causa que investiga “la mafia
de los medicamentos”.
Lo que no distingue entre
los motivos de la renovación de nombres son las características de quienes los
reemplazan. En todos los casos los que “heredaron” las conducciones de los
gremios son antiguos partícipes de gestión. En los 6 grandes gremios que
renovaron autoridades en los últimos 10 años quienes sucedieron a los que
abandonaron su lugar expresaron una continuidad de políticas, con pocos
matices. Mismas listas, pocos cambios de nombres, casi ninguno de políticas.
Esta realidad es común en
el sindicalismo argentino (con contadas excepciones) por lo que queda habilita
un ineludible debate de cara a la sociedad sobre la necesidad de una reforma
que permita una verdadera democracia sindical. Concretamente una mayor participación
de los trabajadores, conceder poder de decisión a las bases, espacios de
participación para la oposición, estatutos que no imposibiliten la presentación
de listas y de candidatos, el surgimiento de regulaciones para evitar que se
perpetúen las conducciones y el funcionamiento de los organismos de control son
algunas de las medidas que podrían evitar situaciones como las narradas.
Por su parte los
diputados Victor De Gennaro (CTA) y Facundo Moyano (CGT-Azopardo) presentarán
proyectos propios en el congreso que apuntarán a generar reformas en las reglas
de juego sindicales. De la modificatoria de la Ley de Asociaciones Profesionales
que logren emergerá una nueva situación para los trabajadores. El desafío
es conseguir que los gremios vuelvan a ser herramientas fundamentales de los
trabajadores al servicio de sus necesidades y no un obstáculo.
Nota originalmente publicada en Marcha
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