Por Jorge Duarte @ludistas
A horas de las Primarias Abiertas Simultáneas
y Obligatorias (PASO) las estructuras de las debilitadas CGT´s se preparan para
fiscalizar, mientras ya se tienden puentes para la reunificación. Desde la
ruptura de la central de trabajadores más importante del país se abrió una
disputa por el liderazgo que no logró saldarse. Nadie pudo imponer condiciones
y perdieron todos.
La
ruptura de la CGT hace más de una año abrió varios frentes de disputa. Por un lado,
el camino legal que amenazaba con ser complejo y logró ser cerrado gracias a la
intervención, nada desinteresada, del Ministerio de Trabajo de la Nación en
favor de la CGT liderada por Antonio Caló. Por otro lado, el camino vinculado al
manejo de recursos y cajas, que también contó con la intervención del gobierno
nacional debilitando a los sectores aliados a Moyano, despojándolos de
beneficios que anteriormente les habían otorgado. Y, finalmente, el sendero que
se relaciona con la legitimidad en torno a los reclamos y necesidades del
movimiento obrero organizado.
La
disputa por la legitimidad abierta entre las dos CGT, que puso en
cuestionamiento la capacidad del Moyanismo de liderar la lucha por los intereses
del movimiento obrero luego de dos períodos en la Secretaría General, no logró
saldarse. Con Antonio Caló al frente de un sector que apostaba al dialogo con
el gobierno nacional, con Moyano a la cabeza de quienes colocaron sus fichas en
un rol opositor movilizado y con una agenda de reivindicaciones compartida, ninguno
consiguió convertir su postura en hegemónica. Esa paridad, con pequeñas victorias
y derrotas de ambos, se mantuvo y comenzó a generar consecuencias.
La
situación de paridad de fuerzas entre las dos CGT comenzó a ser una muestra más
de debilidad y las profecías comenzaron a cumplirse. Con el correr del 2013 se extendió el fenómeno de los gremios que se alejaban de las dos
centrales, aumentando el desgranamiento y disminuyendo la capacidad de
movilización.
También
algunas conducciones sindicales comenzaron a sufrir movimientos en sus bases.
Con un 2012, y un inicio de 2013, muy fuerte en lo que respecta a la
conflictividad a nivel empresa, el sindicalismo de base comenzó a cuestionar
las decisiones de las cúpulas, más atentas a las disputas políticas que a las
necesidades sectoriales de los trabajadores.
Movimiento
por abajo, desgranamiento de fuerzas e incapacidad de cerrar la disputa por la
conducción de la central, colocó a las dos CGT en posición desfavorable para
negociar sus lugares en las listas de cara a las legislativas 2013. Esa
situación se corporizó en pocos y malos acuerdos. La CGT de Caló fue prácticamente
ignorada en las listas del FPV y la CGT de Moyano cerró un cuestionable frente
con de Francisco de Narvaez que pelea por alcanzar los dos dígitos en la
Provincia de Buenos Aires.
Con
este panorama es lógico que abunden las charlas para la reunificación de la Confederación
General del Trabajo. Este período de fragmentación e incapacidad de liderazgo
para construir una salida dejó a las tradicionales conducciones contra las
cuerdas. Más allá de los resultados del domingo, en las legislativas del 2013
ya perdieron todos. La futura reunificación hará que la derrota no sea todavía
peor.
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