Por Jorge
Duarte
Al recorrer la evolución de los salarios y de los
precios de las viviendas en el mercado inmobiliario encontramos que en los últimos
11 años se ha ensanchado la brecha que separa el promedio de salarios y el
valor de las viviendas. La posibilidad de acceder a un techo para los
trabajadores se convierte en una utopía, al tiempo que la desregulación del
mercado inmobiliario sigue excluyendo.
El acceso a la vivienda es uno de los temas centrales
para el bienestar de las familias y una de las cuentas pendientes más
importantes de los años de prosperidad económica que vivió la Argentina
post-2001. La propiedad de la vivienda es uno de los factores de inclusión
social más importantes y la lógica de un mercado inmobiliario desregulado, al
servicio de los grandes grupos económicos, no hace más que marginar a
importantes sectores sociales al alquiler (ya sea formal o informal) o al
hacinamiento.
Para poder tener real magnitud del fenómeno repasemos
números que presentó Natalia Cosacov, investigadora del Área de Urbanismo del
Instituto de Investigación Gino Germani, de la Universidad de Buenos Aires en el
Informe “Alquileres e Inquilinos en laCiudad de Buenos Aires. Una radiografía”[1]: “En
Ciudad de Buenos Aires el 30% de los hogares alquilan el lugar donde residen
(343.443)”. Es decir, casi 350 mil familias, solamente en la CABA, se ven
imposibilitadas de acceder a una vivienda propia. A pesar de la reactivación
económica y del crecimiento a tasas chinas, la redistribución del ingreso no
fue tal para propiciar a los
trabajadores el acceso al techo propio. Es más, la falta de políticas concretas
de regulación del mercado inmobiliario hicieron que una vivienda esté hoy más
lejos del alcance de los trabajadores que hace 11 años.
Los datos que proporciona Natalia Cosacov al respecto
son más que claros. En 2001 el 68% de los hogares eran propietarios, hoy el
número de hogares propietarios del lugar donde residen descendió al 56%. Este
fenómeno se da por el incremento incesante de los precios de las viviendas en
el marco de la especulación inmobiliaria. Cosacov concluye: “Si ha habido una
mejora en el ingreso, lo cierto es que no ha sido suficiente para que una gran
mayoría de familias puedan comprar la vivienda en la que habitan, dado que los
precios del suelo aumentaron más que los salarios”. Esto lo grafica en su
informe con el siguiente cuadro:
Fuente: elaboración Natalia Cosacov en base a datos
del Mercado Inmobiliario de Datos de la DGEyC
Como vemos, la curva ascendente del aumento de
salarios muestra un comportamiento menor a las curvas que reflejan los aumentos
del precio del suelo en las diversas zonas de la Ciudad de Buenos Aires. Esta
separación no hace más que confirmar la imposibilidad del acceso a la vivienda por
parte de los sectores asalariados y la exclusión como patrón resultante de
mantener un mercado inmobiliario desregulado. Este escenario se sintetiza,
entonces, en trabajadores sin viviendas y viviendas sin trabajadores.
Algunos números
que aportan a entender el tema
Los números duros expresan cuestiones centrales para
terminar de comprender lo que sucede. A la fecha encontramos que el promedio de
ingresos de los trabajadores ocupados (registrados y no registrados) se
encuentra apenas en los $3.707. Este promedio de salario dista mucho del costo
de lacanasta
básica de bienes y servicios para una familia tipo (4 personas) calculada en
$6.997 por la Junta Interna de ATE – INDEC. Con salarios que apenas superan el
50% de la canasta básica de bienes y servicios se hace imposible pensar en
destinar ahorros a la compra de una vivienda.
En este sentido, es importante remarcar
que 1 de cada 3 trabajadores se encuentra no registrado y esa condición lo
imposibilita de acceder al mercado formal. Para aspirar a un alquiler en el
mercado formal o, incluso, al acceso a un crédito es necesario cumplir con
requisitos que los trabajadores no registrados no alcanzan, como la
presentación de recibos de sueldo y comprobantes de ingresos. Es decir, la
informalidad laboral deriva en precariedad de las condiciones de vivienda.
Las dificultades del acceso al crédito hipotecario,
por no poder conseguir los requisitos mínimos, hicieron que se convierta en una
herramienta sin peso real en las transacciones de inmuebles. El impacto
decreciente de los créditos hipotecarios en la venta de inmuebles es resumido
por Natalia Cosacov de la siguiente manera: “el impacto de las hipotecas en la
compra-venta de inmuebles ha tendido a disminuir, representando en el 2010 sólo
el 5,8% de las operaciones de compra-venta”. Es decir, salarios que cada vez
están más lejos del precio de la vivienda y la imposibilidad del crédito como
herramienta operan como dos factores fundamentales en la marginación del 30% de
los hogares a la posibilidad de la casa propia.
Como corolario habría que mencionar el elevado
porcentaje que representa un alquiler en los salarios de los trabajadores.
Según datos del mercado inmobiliario de la Dirección Estadística de la Ciudad
de Buenos Aires, un alquiler promedio de un departamento de 3 ambientes rondaba
los $2.280 en el barrio de Almagro y los $1.900 en Parque Patricios a marzo de
2012 (estos números, seguramente han subido alrededor de un 20% en un año). Si
entendemos que los trabajadores no registrados no tienen acceso al sistema
formal de alquiler y nos concentramos en el porcentaje que representan los
alquileres sobre el promedio de lo percibido por los trabajadores registrados
(actualmente esa cifra llega a los $5.796), encontramos que un alquiler en
Almagro representan, al menos, un 37% de lo percibido por un asalariado
registrado. Haciendo el mismo análisis un alquiler en Parque Patricios representa
erogar un 32% de lo que percibe mensualmente un trabajador registrado. Es
decir, más de un tercio del salario promedio debe ser destinado por los
trabajadores registrados a residir en una vivienda que nunca llegarán a
adquirir
Como contracara resta mencionar la cantidad de obras
suntuosas y viviendas desocupadas que hay en la Ciudad de Buenos Aires. La propia
lógica del capital, que en tiempos de crecimiento económico lleva a la
concentración, hace que el acceso al suelo y la vivienda sea cada vez más dificultoso
mientras que la cantidad de viviendas desocupadas crezca. El Censo 2010 mostró que un total de 340,975 viviendas (número que
representa un 24% del total) se encuentran desocupadas. Estas viviendas
desocupadas que encajan casi a la perfección con la cantidad de familias que
alquilan, muestran que lo que hace falta es regular el mercado en favor de los
sectores menos favorecidos. Viviendas hay suficientes.
Hasta que el salario no comience desandar el camino
que lo aleja del acceso a la vivienda, el derecho constitucional a una vivienda
digna seguirá siendo un lujo y el suelo propiciará el caldo de cultivo
necesario para los negocios que excluyen a las mayorías.
*Periodista
especializado en temas gremiales / @ludistas
1 comentario:
Creo que todos tenemos derecho a tener una vivienda y un lugar digno donde vivir. Por eso veo que hay mucha gente que tiene la posibilidad de vivir en los distintos departamentos en buenos aires, mas alla de la situación económica que tengan
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